La última vez que estuve por aquí estaba embarazada de mi segundo hijo, días después mi pequeño Jesús Juventino nació, tras tener que interrumpir mi embarazo por Síndrome de HELLP justo el 22 de febrero, llegó a este mundo mi amado bebito.
Desde su nacimiento los pronósticos de los médicos no eran alentadores, pues su pequeño cuerpo de apenas 26 semanas y la inmadurez de sus pulmones así como de su sistema digestivo deterioraron su salud, aún así y siempre con el alma en un hilo, muriendo por dentro por la impotencia por no poder hacer más por nuestro hijo, todos los días durante las visitas y cuando los médicos nos permitían compartir más tiempo con él, su padre y yo tratábamos de entrar a la UCIN con una sonrisa y entre cuentos, canciones de cuna y largas platicas, planeábamos su futuro y el de nuestra familia.
Soñábamos tanto con el día en que por fin lo dieran de alta y saliéramos victoriosos con él en brazos, pero la vida tenía otros planes, y un día en los que parecía que la salud de mi bebé estaba mejorando, mi pequeño Jesús Juventino decidió irse, lo hizo después de que se lo entregue a Dios y cuando al oído le susurre lo mucho que lo amaba, le externé mi total admiración por su valentía y le aseguré que respetaría su decisión, sí quería irse con Dios, yo aceptaría, aunque me partiera el alma no poder abrazarlo ni amamantarlo ni verlo crecer o correr como a mi amada Mathilda.
Y ese día, el 9 de marzo, tras regalarnos 15 días en este mundo, decidió adelantarse en el camino, hoy al cumplirse 6 meses de su partida estoy segura que nunca lo olvidaré y siempre me hará falta mi pequeño bebé de ojos verdes, pestañas largas y cabello chino; siempre recordaré los días vividos a su lado, tanto cuando aún en mi vientre a solas platicaba con él rumbo al trabajo o los días que me la pasaba sujetando sus pequeñas manitas y acariciando su rostro o ese día que nos permitieron abrazarlo, mientras todos nos aferrábamos a su vida.
A seis meses de su partida, puedo decir que mi amado bebé nos relagó a sus padres, hermana, abuelas, tías y familia mucha fe y que en su corta estancia por este mundo su vida nos llenó de aprendizaje, pero sobre todo nos regaló amor, su vida y memoria es amor en nuestros corazones y desde aquí siempre lo abrazo con el alma.
Amo a mi pequeño Jesús Juventino, su memoria vivirá siempre en nuestros corazones.
Quise compartir esto con ustedes, porque a veces la vida se pone muy difícil, sin embargo siempre hay una razón para continuar, en este caso mi razón se llama Mathilda y por ella así como por mí quiero renovarme, quiero saludar de nuevo a la vida, retomar mis proyectos, mis pasiones, mis hobbies, volver a sonreír, vivir plenamente y continuar escribiendo aquí forma parte de ello.
!Bienvenida de nuevo a la vida!
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